Dándome una vuelta por Internet, me topé con un artículo sobre ¡Guardias! ¿Guardias? en la revista The Viewspaper que me pareció interesante. Me alegró mucho leer un análisis de un capítulo de la saga de La Guardia con un enfoque en clave sociopolítica y de relaciones de poder.
La autora, Pragya Mukherjee, me ha permitido muy amablemente traducir su artículo, y desde aquí le agradezco el gesto y le animo a que profundice un poco más en sus próximos análisis, ya que estoy seguro de que sabrá sacarle mucho jugo a las obras del Mundodisco. De hecho, me comenta que terminó Thud! hace poco. ¿Quizá para su próximo artículo?
Podéis acceder al artículo original desde aquí, así como al perfil de la autora en The Viewspaper.
Después de haber conocido la mayor exhibición democrática del mundo tras nuestras (nota de LTDA: nuestras = norteamericanas) elecciones, quizás no sería mala idea analizar un libro que versa sobre la naturaleza misma de la democracia. No dejéis que esto os engañe, el libro que aborda este tema complejo y delicado no es otro que el octavo de la saga Mundodisco, de Terry Pratchett: ¡Guardias! ¿Guardias? Para los que no conozcáis los trabajos de Pratchett, comentar que es un brillante escritor de fantasía y humor, y cuyo trabajo más conocido es la fructífera saga del Mundodisco, ambientada en un mundo alternativo llamado Mundodisco. El Mundodisco es, lógicamente, un disco, o mundo plano, a lomos de cuatro enormes elefantes que, a su vez, se encuentran sobre la concha de una tortuga gigante que nada por el espacio. Esta idea, prestada de la mitología india, acompaña a otras analogías sobre la vida en la tierra, como sus culturas y sus creencias. El Mundodisco es, en fin, una versión cómica, fantástica y exagerada (aunque en su justa medida) de nuestro mundo mortal, riéndose de nosotros mientras que, al mismo tiempo, reconoce nuestra valía.
Este libro, como muchos de sus otros trabajos, trata un tema central con su humor característico y narrativa absurda. En el que nos ocupa, los temas tratados son la naturaleza de la democracia, las relaciones de poder en política y el papel que juega la naturaleza humana en determinarlos. Junto con el típico humor Pratchett, sustentado en una miríada de juegos de palabras, situaciones cómicas y referencias hilarantes a gente o incidentes de la vida real, hay algunos comentarios astutos en relación con la naturaleza del poder y la naturaleza humana, alejando esta obra de la ficción infantil.
El argumento se centra en La Guardia Nocturna, y en cómo su nuevo recluta rompe los esquemas establecidos al desear atrapar ladrones y arrestar asesinos, lo que provoca la ira de los gremios de Ladrones y Asesinos, los cuales son legales y están autorizados por el gobierno. Los propios guardias se muestran confundidos por su exceso de celo y por el anticuado código legal que lleva encima. Código en el que, precisamente, se recogen las leyes que la ciudad debe seguir. Paralelamente, un grupo secreto encabezado por un líder inteligente y manipulador, y sus estúpidos acólitos, intentan invocar a un dragón para hacerse con el control de la ciudad, Ankh-Morpork. Sin embargo, el dragón, una vez invocado, decide tomarse las cosas por su cuenta en vez de seguir las instrucciones de aquellos insignificantes humanos, y se autoproclama rey. Además, exige que se le ofrezcan oro y sacrificios de vírgenes con regularidad. Lo sorprendente es que la gente acepte todas las exigencias del dragón en lugar de levantarse y protestar, tal y como el Capitán Vimes, de La Guardia, esperaría que hicieran. Como comenta el Patricio de Ankh Morpork, personaje lúcido y moralmente ambiguo, en realidad la gente “will follow any dragon, worship any god, ignore any iniquity. All out of a kind of humdrum, everyday badness”.
No estamos hablando de esa repugnancia que generan los villanos grandes y creativos, sino de una especie de oscuridad global del alma. La gente acepta el mal no porque le digan “sí”, sino porque no dicen “no”. Sin embargo, una vez conscientes de la absoluta falta de iniciativa que muestra una parte de la población, el Capitán Vimes finalmente llega a la innovadora conclusión de que La Guardia debe pasar a la acción y proteger a sus ciudadanos. Lo que sigue a esto es una sucesión de situaciones e incidentes hilarantes que se derivan de los intentos de La Guardia de atrapar al dragón por su cuenta. El final es genial: una parodia del clásico final feliz que nos indica que el único final feliz es aquél en el que nada cambia realmente, más allá que las percepciones de las personas. Tal y como Vetinari le cuenta a un descorazonado Vimes hacia el final del libro, “I believe you find life such a problem because you think there are the good people and the bad people. You are wrong, of course. There are, always and only, the bad people, but some of them are on opposite sides”.
Ésta es una de las mejores novelas del Mundodisco, y es de obligada lectura simplemente porque va más allá de la mera fantasía, y habla de las construcciones de poder de una forma tan cómica que hace, hasta de sus revelaciones más cínicas, elementos agradables y deliciosos.
No me he atrevido a traducir las citas del libro, ya que para eso tenemos las versiones en castellano. Además, seguro que lo haría mucho peor que el traductor original, ¡y no quisiera quedar en evidencia!
2 comentarios:
Hola Luis y bienvenido a La Estanteria de los Libros, me he metido en tu blog de Mundodisco y esta genial!
Un Saludo
Hola,
Esta es una de mis favoritas. Siempre he sentido inclinación hacia los personajes "pequeños", aquellos que aparecen brevemente en el relato, y desde luego los guardias que son llamados a enfrentarse al "bueno" no duran ni un suspiro.
Además de conceder protagonismo a estas figuras olvidadas también me gusta el reflejo de los sentimientos que hace el protagonista en sus cartas, como va perdiendo importancia la mujer a la que ama y como va haciendo su vida en su nuevo destino.
Y el personaje del Patricio, impagable. Tú dices ambiguo, pero creo que en los párrafos finales es de lo mejor que se ha escrito acerca de la condición humana, pues al hablar este sobre el sinsentido de cumplir con el deber un día tras otro se le replica:
"si, pero aun así te levantas cada mañana y lo haces."
Magnífico.
Muy buen blog, Luis!
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