There are *no* inconsistencies in the Discworld books; ocassionally,
however, there are alternate pasts. (Sir Terry Pratchett, alt.fan.pratchett)

Saga Rincewind (IX) - Unseen Academicals (parte I de III)


Imagen | Paulkidby.com

"It is a well-known fact in any organization that, if you want a job done, you should give it to someone who is already very busy." - Ponder Stibbons en Unseen Academicals
Aunque bien es cierto que en este libro Rincewind no es ni por asomo el protagonista, y que su participación se reduce a dos o tres intervenciones bastante desafortunadas (cómo no), lo enmarco en esta saga para unificar sus libros con los de la saga de los magos, que en algún momento relevaron a Rincewind en el papel principal de sus novelas. No sé muy bien en qué momento ocurrió eso, pero cuando nos quisimos dar cuenta Mustrum Ridcully ya se había adueñado de la saga que dio a conocer al Mundodisco. Y en La Torre del Arte analizamos la última novela del Mundodisco hasta la fecha, Unseen Academicals, una novela tremendamente interesante, arriesgada, ágil y carismática como pocas.

Como es una novela ciertamente importante, he dividido los comentarios en tres posts: uno (éste) en el que hay una reseña sobre la novela, otro sobre sus innumerables anotaciones y referencias, y un tercero en el que aparecerá traducido el post sobre Unseen Academicals de Popclassics.

Vamos allá.

El fútbol debe cambiar. En primer lugar, porque Vetinari, en su búsqueda constante de un Ankh-Morpork mejor, ha puesto el ojo en el fútbol. Y es que este deporte, además de congregar a las masas en el centro de la ciudad en pos de la victoria en un juego deportivo, es el hábitat ideal de tramposos, gamberros, camorristas, chorizos y una maraña de personajes de las clases más bajas que se unen y fusionan para dar lugar a un ente furioso, poderosísimo y muy testarudo. Coincide, además, con que en la Universidad Invisible los magos descubren que parte del presupuesto universitario (y en consecuencia, las tablas de quesos que les dan la vida cada día) depende de que se retome una tradición tan simple como la de echar un partidillo de fútbol, tradición que lleva en desuso más de dos décadas y que, por lo tanto, es imprescindible recuperar lo antes posible.

Pero el Mundodisco, como los fans sabemos, no es ni por asomo una saga que base su éxito en argumentos elaborados, giros narrativos sorprendentes o guiones hollywoodienses. El Mundodisco es esencialmente un continuum de referencias culturales, literarias, deportivas, sociales, políticas o históricas colocadas con maestría en un mundo fantástico, espejo de mundos. Por eso, el argumento no es, para mí, la clave de este libro. Lo son los personajes y las pequeñas historias, casi podrían llamarse side-quests, en las que se ven envueltos. Diría que la sucesión de momentos inolvidables genera por sí mismo un argumento bello, pero está tan bien escrito que uno tiene la sensación de que lo que les pasa a los protagonistas es el simple destino, que debían pasar por allí, encontrarse con éste o el otro, o que debían cometer un error determinado.

En Unseen Academicals, además, tenemos constancia del primer orco del Mundodisco: Mr. Nutt. ¡Y qué personaje! Un orco pequeñajo, con una fuerza descomunal, descendiente de una raza más que acostumbrada a retorcer pescuezos y arrancar extremidades, pero con una sabiduría inconmensurable fruto de sus años obligado a educarse para ser merecedor de algún tipo de valor. Tras darse a conocer de la mano de un operario de la Universidad Invisible (Trevor Likely), que se lo lleva a ver un partido de fútbol, y acompañado fielmente por la responsable de la cocina nocturna (Glenda Sugarbean), Mr. Nutt se convierte en la estrella que brilla en la novela, que hace brillar a los demás, que ilumina el argumento y que abruma cada vez que habla. Es un personaje lleno de contrastes, por su fuerza y su romanticismo, su fealdad y su ternura, su linaje terrible y su amabilidad, lo que provoca en quienes le conocen y los prejuicios que emanan de todos quienes no le conocen. Mr. Nutt encarna el dolor de quien se siente inferior por no ser como los demás o por no haber nacido como/donde ellos. Es, en esencia, un inmigrante. Y lo sufre, y recuerda constantemente los consejos de Lady Margalotta, una vampiresa moderna, presunta amante de Vetinari (¡!), que siempre busca lo mejor para él. ¿O no?

El desfile de pesos pesados de Ankh-Morpork (y más allá) que se da en esta novela es de aquellos que impresionan. Como cuando uno ve por primera vez el reparto de El Padrino, por ejemplo, y antes de verla ya tiene la seguridad de que el duelo se librará entre personajes y entre actores, entre actores y entre hombres. En Unseen Academicals es igual. Mustrum Ridcully, un sorprendente Ponder Stibbons, el Decano (venido a más, a mucho más), el omnipresente Vetinari, Lady Margalotta, Mr. Nutt, Glenda Sugarbean (capaz de colarse en el Despacho Oblongo sin problema), Vimes, Rincewind... Como digo, ir encontrándose con viejos conocidos es muy agradable, pero descubrir la capacidad de Pratchett para crear personalidades tan creíbles a estas alturas es genial. Uno no puede dejar de pensar en lo que nos perderemos todos cuando ese cerebro mágico se apague...

Ésta es, además, una de esas novelas que invitan inevitablemente a la relectura, ya que está llena de referencias. Y me recuerda bastante, por su exigencia, a un libro que leí hace bastante, sin relación alguna en la trama, personajes, localización, género... nada. Pero recuerdo que fue un libro que, al terminar de leerlo, me estudié las referencias y las anotaciones y, al cogerlo por segunda vez, lo disfruté una barbaridad. El libro en cuestión era Los extraños acontecimientos que rodearon la desaparición de Said, padre de calamidades, el pesoptimista. Unseen Academicals sólo ha pasado por mi vida una vez, por cierto.

¿El fútbol? Ah, sí, el fútbol. Al principio debo reconocer que no me terminó de enganchar el tema del fútbol. Me pareció que Pratchett escribía sobre fútbol de una forma un tanto pueril, con proclamas sobre el sentimiento colectivo, la fuerza de las masas y la búsqueda de una identidad común. No sé si era porque estos discursos estaban puestos en boca de personajes en los que aún no veía carisma (un carisma que sí he apreciado al final de la novela, sí) o porque yo, futbolero de pro (y culé, todo sea dicho), no terminé de verme identificado en la caracterización que hace del futbolero, no precisamente abolengo. Pero el partido final, ¡ay el partido final! Qué divertido, qué jodidamente divertido, Pratchett en estado puro: una sucesión de increíbles hechos, narrados por William de Worde para el Ankh-Morpork Times, entremezclados, con la aparente ingenuidad de quien escribe y los socarrones pies de página del Maestro. Sencillamente genial, uno de los mejores pasajes que recuerdo del Mundodisco.

También, como no podía ser de otra forma, hay una carga de Pratchettismo muy importante en el libro. Especialmente enfocada hacia una visión atea de la vida, la negación de un Dios que dirija a su antojo nuestro destino, y el triunfo de la razón sobre cualquier argumento basado en la divinidad. Y para muestra, os dejo algo que le dice Vetinari a Mustrum y al Decano (venido a más), traducción totalmente libre hecha por un servidor. Como diría Víctor Hugo Morales: ¡genio! ¡genio! ¡genio!

"Le he contado esto a poca gente, caballeros, y sospecho que nunca lo volveré a hacer, pero un día, cuando era un jovenzuelo de vacaciones en Uberwald estaba caminando al lado de un riachuelo cuando vi a una nutria con sus crías. Coincidirán conmigo en lo atractivo de esta visión. Contemplé cómo la madre se zambulló en el agua y emergió de la misma con un salmón más bien regordete, al que rápidamente redujo y arrastró a un tronco medio sumergido en el río. Mientras se comía el salmón (que por supuesto aún seguía vivo), el cuerpo se desmembró y recuerdo a la perfección el dulce color rosa de su hueva, que se derramó para satisfacción de los cachorros de la nutria, amontonados unos sobre otros para gozar de esta delicatessen. Una maravilla de la naturaleza, señores: madre y descendencia cenándose a una madre y su descendencia. Y en ese momento fue cuando supe por primera vez lo que era el mal. Está anclado en la naturaleza misma del universo. Cada mundo gira con el dolor. Y si hay algún ser supremo, me dije a mí mismo, es nuestro deber erigirnos como su superior moral."

2 comentarios:

Haveloc dijo...

Posiblemente, Ridcully se adueñó de la serie (además de un buen surtido de moscas para pesca) en la genial obra "Imágenes en acción". De hecho, es en esta en la que aparece como recién nombrado Archicanciller (un error lo tiene cualquiera)

luis dijo...

apuntado queda, ¡gracias!

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