There are *no* inconsistencies in the Discworld books; ocassionally,
however, there are alternate pasts. (Sir Terry Pratchett, alt.fan.pratchett)

Saga Tiffany Dolorido (I - II) - The Illustrated Wee Free Men


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Antes de seguir con las siguientes novelas de Tiffany Dolorido os propongo un chapuzón en el mundo de la literatura ilustrada, en la obra del ilustrador Stephen Player (al que todo fan del Mundodisco debe conocer por haber ilustrado no sólo la novela que nos ocupa, sino The Streets of Ankh-Morpork y The Discworld Mapp) y en cómo la literatura infantil/juvenil/fantástica/mágica/estereotipo-que-se-os-ocurra puede ser aún más enternecedora que su alter ego literario.

The Illustrated Wee Free Men es la adaptación ilustrada de la primera novela de Tiffany Dolorido. Es una de las pocas novelas ilustradas que existen del Mundodisco, junto a la ya célebre El Último Héroe, y esa novela gráfica bastante olvidada basada en El Color de la Magia y La Luz Fantástica.

Siempre que hablamos de obras que no son originales, sino revisiones de textos ya existentes, o reediciones más bonitas o extendidas de algo que ya conocemos, la pregunta que a todos nos viene a la cabeza es si merece la pena.

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The Illustrated Wee Free Men es una joya presentada con tanto mimo y cuidado que hace que una historia que ya conocemos, con unos diálogos ampliamente conocidos y unos personajes a los que hemos hecho nuestros amigos nos sigan sorprendiendo como la primera vez.

El libro está presentado en tapa dura, con una portada en relieve y un toque medieval, tanto en los colores como en la maquetación, que evoca épocas pasadas en las que los cuentos de hadas transmitían unas escalas de valores de generación en generación basadas en el paganismo y el politeísmo prebíblico que tanto inspira a Pratchett.

Físicamente, lo que tocamos en The Illustrated Wee Free Men, es una colección de páginas satinadas, con una colección de ilustraciones que adornan la novela. No sólo eso, sino que todo está organizado para que, casi cada vez que pasamos la página, nos sorprenda una imagen de algo descrito anteriormente. Así se consigue un efecto en el que el abrumado lector se dará de bruces con unas imágenes que no representan en absoluto la imagen mental que se hizo de este monstruo antediluviano o esa escena absurda con personajes bizarros a más no poder. Además de las ilustraciones propiamente dichas, también encontraremos a los Feegles merodeando entre las líneas de la novela, haciendo travesuras como robándonos letras o cambiando algunas palabras de renglón. Y es que estos pequeñajos no dejan de inmiscuirse en nuestros asuntos...

Además, y es un detalle que me ha parecido precioso, en tres ocasiones nos toparemos con páginas que se desdoblan descubriendo esos elementos mágicos, esos bordes en los que se mueven a la perfección los Feegles y que se encuentran bajo la supervisión de las brujas de Lancre, según la definición de Doña Perspicacia Tick. Veremos cómo el mundo real y el mundo de las hadas se mezclan entre ellos, se superponen, y sólo seremos capaces de distinguirlos si, como Tiffany, nos concentramos solamente en ver lo que realmente tenemos ante nuestros ojos. Estamos invitados a un juego en el que también seremos parte de la aventura, descubriendo a los Feegles en la granja, alguna entrada mágica que podamos utilizar como puerta interdimensioanl o la verdadera identidad del mar.

Los Pequeños Hombres Libres es una auténtica joya. La versión ilustrada es todo un regalo para nuestros sentidos. Porque pasaremos los dedos sobre una superficie mágica, llena de colores vivos fruto de los sueños de los humanos. Porque cada vez que pasemos una página oiremos el crujir del manuscrito bajo el silencio de la estruendosa aventura que estamos viviendo. Y porque casi podremos saborear el tabaco de la abuela de Tiffany y podremos percibir el olor a granja, a campo y a mar.

Y para terminar, tan sólo mencionar que sólo en The Illustrated Wee Free Men podremos leer el auto del juez del mundo de las hadas al que hace referencia el sapo-abogado que acompaña a Tiffany desde el principio de la aventura. Una rareza muy divertida, yo diría que a la altura de los apuntes de Leonardo DaQuirm sobre dragones que podemos leer en El Último Héroe.

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