There are *no* inconsistencies in the Discworld books; ocassionally,
however, there are alternate pasts. (Sir Terry Pratchett, alt.fan.pratchett)

Saga Brujas (IV) - Lores y Damas


Los elfos y las hadas del Mundodisco de Terry Pratchett no son como los que todos conocemos

Mustrum Ridcully did a lot for rare species. For one thing, he kept them rare.
¡Qué casualidad! Después de publicar la reseña de The Science of Discworld II: The Globe, y de cómo esos malvados elfos, sedientos de poder y con una capacidad innata para dominar las almas de los humanos, aparecen en el proyecto Mundobola, es el turno de echarle un vistazo a la decimocuarta novela del Mundodisco, la cuarta en la saga de las brujas.

Ésta es una de mis preferidas de todo el Mundodisco. En primer lugar, por el argumento: elfos. Esos personajes tan idealizados y que todos admiramos por sus increíbles poderes, su inmortalidad, su eroesoterismo resultan ser en el Mundodisco unos seres con poderes y ansias de dominación extremas, y sus malas artes son especialmente desagradables. Junto a ellos, además, aparece algún que otro personaje mitológico como el unicornio, que no resulta ser ese caballo áureo que desprende eternidad y pureza. Desprende todo lo contrario, más bien.

Con el fin de evitar que estos mezquinos seres vuelvan al Mundodisco para sembrar el terror y la zozobra, las brujas se pondrán manos a la obra. A estas alturas de la historia del Mundodisco, Magrat Ajostiernos ya está a punto de convertirse en la mujer del rey Verence, con lo que irá cediendo poco a poco protagonismo a sus otras dos compañeras de aquelarre. Pero aún tendrá más de una aparición estelar en esta novela. Tranquilos, no voy a spoilear nada.

Por otra parte, otro de los grandes temas de The Science of Discworld era la teoría de los universos paralelos basada en la mecánica cuántica. En Lores y Damas, si no me equivoco, es la primera vez que el bueno de Ponder Stibbons y Mustrum Ridcully comienzan esas las infructuosas lecciones sobre cómo funciona esta teoría tan fascinante y compleja. Fundamentalmente, nos encontraremos bastante a menudo con un cabreadísimo (mientras más cabreado, más divertido) Mustrum Ridcully, cuya capacidad de comprender lo que no sabe ya es terriblemente reducida. Todo esto terminará con un Ridcully indignado por el hecho de que sus alter ego en mundos paralelos nunca le hayan invitado a sus respectivas bodas, y una escena de las más memorables del Mundodisco: la aplicación de la paradoja de Schrödinger al clímax de una historia de fantasía épica. Brutal.

Nuestros queridos Ridcully y Ceravieja echarán la vista atrás en algún momento de la novela, dando paso a momentos de melancolía y nostalgia, en los que apreciaremos cómo el paso del tiempo no es indiferente ni siquiera a personas con un gran poder. Vuelve a entrar en juego la mecánica cuántica, lo tentador que resulta el hecho de tener siquiera la esperanza de volver al pasado y corregir alguna que otra decisión equivocada, y lo descorazonador que es comprender que, al menos por ahora, al menos para el lector del Mundodisco (y no para el que lo habita), el tiempo sigue reproduciéndose de forma tozudamente lineal. Y es que el calor y el cariño casi filial con el que Pratchett trata a estos dos maestros de la magia es ciertamente conmovedor.

La combinación de juegos de palabras, alegorías sobre la vida (cada uno de nosotros puede verse perfectamente identificado en más de una reflexión en este libro), situaciones cómicas (¿qué haríais si os llegara un libro de Artes Marciales y lo leyerais como si fuera un tratado de Artes Maritales?) y un desarrollo que, por momentos, nos recordará a la mejor y más célebre fantasía épica, hacen de éste uno de los mejores libros de la saga de las Brujas, y seguramente estaría en un Top 10 de la mayoría de todos nosotros.

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