There are *no* inconsistencies in the Discworld books; ocassionally,
however, there are alternate pasts. (Sir Terry Pratchett, alt.fan.pratchett)

Reseña de Nation, de Terry Pratchett




Como no podía ser de otra forma, y teniendo en cuenta el concienzudo seguimiento que hemos hecho en La Torre del Arte del antes, el durante y el después del estreno de la obra de teatro Nation, inspirada en la obra del mismo nombre escrita por Terry Pratchett, por fin llega la reseña del libro. No es una reseña de la obra. Por si aún no seguís al Ankh-Morpork Times ni a La Torre del Arte en Twitter, sólo recordar que Nation llegará a España en dos salas por confirmar. ¡Permaneced atentos! O al menos, no metáis la cabeza bajo el agua durante demasiado tiempo... ¡os perderíais demasiadas noticias!

Lo primero que hay que decir es que en Nation se dan cita algunos de los conceptos más controvertidos de la obra de Terry Pratchett. La investigación científica, el racionalismo y el ateísmo se dan la mano con una historia escrita para young adult readers, y con algunas pinceladas que nos llamarán mucho la atención. En concreto, quisiera mencionar dos: 1) en Nation se narra una escena de acción memorable, con todas las letras; y 2) el hombre del sombrero habría llegado muy lejos como escritor de novela histórica. Aunque esto da para otro post.

Antes de empezar, otro apunte: sin haber visto la adaptación teatral, no me cuadra demasiado que se critique el excesivo racionalismo, el ateísmo o incluso la herejía de una obra como ésta. Nation es un cuento, una fábula sobre los valores, las personas y la búsqueda de la identidad. En Nation asistimos al desesperado proceso de maduración de sus dos protagonistas, Mau y Daphne, y aunque son personajes en las antípodas de cualquiera de nosotros (puesto que uno es un salvaje, y ella es una niña de la alta alcurnia británica), Pratchett consigue, con su cuidada narrativa, que sintamos cuando ellos sienten. Para bien y para mal. Y, por lo que respecta a la desmitificación de la religión, aunque es cierto que el tono general de la obra, que nos regala una moraleja quizá demasiado evidente, es el de invitar a los lectores (recordemos el público objetivo de Nation) a reflexionar por sí mismos y a cuestionar absolutamente todo lo que les rodea. Al fin y al cabo eso es la ciencia. La religión, claro, no es eso, y por eso choca frontalmente con Nation y, según algunos críticos, con el espíritu mismo de la Navidad. No obstante, una sociedad madura sabrá apreciar que la ética de la obra es algo más compleja que un cachete a las religiones en general.

El argumento de la obra es básicamente el siguiente (tranquilos, sólo algún spoiler menor): un tsunami se lleva por delante toda una aldea de nativos de alguna isla perdida por el Pacífico. Bueno, no exactamente, el libro está ambientado en un mundo paralelo, pero no del todo paralelo, puesto que Francia o Gran Bretaña siguen existiendo. Este tsunami, sin embargo, no mata a Mau, que en el momento de la devastación se encuentra pasando una prueba que todo muchacho debe pasar en la isla para pasar de niño a hombre. Este mismo tsunami, por su parte, lleva hasta la isla al Sweet Judy, un barco en el que viaja una variopinta tripulación, y entre ella, Ermintrude (o Daphne, como prefiere que le llamen), niña perteneciente a la alta sociedad inglesa. El encuentro entre ambos personajes se da bastante pronto, y a partir de ahí trabajan incansablemente para reconstruir la nación que quedó aniquilada por el tsunami. Sin embargo, a medida que la reconstrucción avanza, ambos son conscientes de que están construyendo un nuevo mundo, desde cero, y en el que las leyes paganas, religiosas y científicas en las que creían hasta ahora pueden reescribirse.


Nation es de esas obras que a uno le dejan un buen sabor de boca porque acaba mucho mejor de lo que empieza. Personalmente, conecté mucho más con Daphne que con Mau, por cómo sus prejuicios se van diluyendo al mismo tiempo que reconstruye su propia identidad, que hace frente a sus miedos y que se funde en un abrazo constante con la naturaleza. Mau, por su parte, es un muchacho que debe hacerse fuerte a pesar de la enorme adversidad a la que se enfrenta. Ésta, además, se ve incrementada por el hecho de que entra en una colosal crisis de fe que le hará replantearse el porqué de las tradiciones y creencias que su gente seguía a pies juntillas. Durante todo este viaje interior contactará con los Dioses y con el Infierno, comprobará la veracidad o no de ciertas leyendas, y se zambullirá en una lucha a muerte contra enemigos de su gente, de su isla.

Encuentro que lo mejor y lo peor de la obra están en ese final tan comentado que tiene. Por un lado, me parece un fiel reflejo de la filosofía de vida de una persona que ha creado un mundo en el que el narrativum es uno de los ejes sobre los que gira. Es un final agridulce, pero extremadamente tierno, que apela a las sensibilidades más melodramáticas de los lectores para dejarles tocados durante esos mágicos segundos que pasan justo después de terminar un libro. Sin embargo, el final quizás se alarga demasiado, ya que parece que historia se está terminando cuando aún le quedan demasiadas páginas. Y aunque esto, lógicamente, viene al gusto del consumidor, sí que creo que puede hacer que, al final, la obra se haga ligeramente pesada, ya que la suma de una moraleja muy larga y un final bastante meloso puede hacer que se le atragante a más de uno.

Antes de terminar, comentar que la presentación del libro es preciosa. La fuente, las tapas duras, las ilustraciones, el mapa del final (que acompaña a esta entrada)... todo esto hace que muchas veces uno tenga la sensación de haber recogido un pergamino metido en una botella que llegó a una playa tras meses o años a la deriva en mar abierto. Es una auténtica joya.

En definitiva, como ya dije, una obra que deja un sabor de boca muy bueno, totalmente recomendable, y esencial para los seguidores de Terry Pratchett, pues en Nation se puede leer entre líneas casi un manifiesto de los valores que rigen la vida de un escritor tan influyente y exitoso.

4 comentarios:

Javier dijo...

¡Hola! Unos amigos y yo estuvimos viendo la obra este mismo sábado, en el Teatro Nacional de Londres.

La obra es una sucesión de escenas del libro, más o menos enlazadas con soliloquios (o algún diálogo "raro") de los personajes. Cambian algunos detalles de la obra, ya bien sea para ayudar a hilarla como obra de teatro o para darle algún punto de humor adicional, pero la esencia de la novela está ahí.

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***** AVISO: SPOILER ALERT; voy a comentar algunos detalles de la obra aquí abajo ******
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Cuando leí la novela en su día, no me pareció que fuese una obra ateista. Se muestra muy bien el conflicto entre escepticismo y fe con la relación entre Mau y Ataba, pero no me parece que esté inclinada especialmente a favor de uno u otro. Al final, aprenden a respetarse mutuamente. Y si bien es cierto que la novela es claramente pro-ciencia, también es cierto que Locaha (y los grandfathers y grandmothers) es un ser real y que está ahí muy presente. Es decir, yo sí la declararía una obra escéptica, en el sentido en el que te invita a razonar y pensar sobre aquellas cosas que das por sentadas (y no solo me refiero a la divinidad, sino cuando Daphne intenta convencer a su padre de que la civilización de Mau es anterior a la nuestra), pero no es una obra anti-fe radical. Como por ejemplo, sí lo son los trabajos de Dawkins (al que la novela hace un guiño al final, guiño que se deja intacto en la obra de teatro).

La obra de teatro es poco más o menos lo mismo. Al ser relativamente corta, el conflicto escepticismo-fe no se puede explotar tanto, y sí tienen una cierta tendencia a dejar clara una postura atea igual no tan bien llevada como en la novela. Por ejemplo, en la pelea final, no aparece el auténtico Locaha al lado de Mau, son los saqueadores (raiders) los que traen un muñeco gigante para intimidar, y Mau les planta cara diciendo que eso no es más que un muñeco. Aún y todo, sí se presentan escenas en las que Locaha es real, y se adapta la escena en la que Daphne saca a Mau del mundo de los muertos con todo su misticismo circundante (pez plateado incluido).

En ese sentido, aunque no haya conseguido el mismo equilibrio que tan bien queda en la Novela, también está adaptada esa lucha entre lo que hay que creer y lo que hay que estudiar. No es como si hubiesen hecho una obra de teatro para machacar a los creyentes (como sí las hay para machacar a los que no creen en "Lo Que Deben Creer(tm)"), solo se deja ver en algunos momentos (no es algo continuo, ni mucho menos) que Mau no cree en los dioses y que a Daphne le molan los científicos (¡Estamos de enhorabuena, chicos!).

En lo que a la obra se refiere, puedo decir que si no es una adaptación fiel 100% (lo cual es, obviamente, imposible), sí es una buena adaptación y es muy entretenida. Puede resultar algo fragmentada y precipitada por momentos, pero se sacrifica eso a cambio de unos efectos especiales muy espectaculares y que enganchan un montón. Yo, que nunca había asistido a una obra de teatro con ese tipo de montaje a lo superproducción de Hollywood, quedé gratamente impresionado.

En fin, espero que no haya quedado muy pesado, yo no soy escritor profesional precisamente.

Un saludo a La Torre del Arte y a sus lectores.

Ministry of Silly Walks dijo...

Me salté todo el comentario. He pedido Nation de regalo de navidad.

luis dijo...

@Ministry of Silly Walks
Buena elección :-)

@Javier
¡Hala! ¡Qué ganas me están dando de verme la obra, si es como dices seguro que me gusta, segurísimo! Me quedo con lo de las figuras reales de Locaha y los granfathers/mothers, es un apunte fundamental que se me pasó en la reseña. Creo que es la opinión positiva sobre la obra mejor argumentada que he leído, y además has dicho lo que quería leer xD

Javier dijo...

Luis, puedo decirte que fui a verla con un amigo que también es fan de Terry Pratchett (desde mucho antes que yo, de hecho) y que también había leído Nation, y dos amigos que están viviendo en Londres y no han leído nada de Terry Pratchett. Los cuatro salimos encantados.

Es una adaptación, no esperes las mismas sensaciones que cuando leíste el libro. Seguro que hay cosas que echas de menos y cosas que echas de más. Pero si no eres de esos fanáticos anti-adaptación, la satisfacción está garantizada. Y si tienes la oportunidad de ir a verla en directo, es todo un espectáculo estar ahí. El montaje es increíble, están pasando cosas por todo el escenario casi todo el rato y eso da muchísima sensación de vida.

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