There are *no* inconsistencies in the Discworld books; ocassionally,
however, there are alternate pasts. (Sir Terry Pratchett, alt.fan.pratchett)

Saga Rincewind (VII) - El último héroe



 REVISIÓN DE PLATAFORMAS DE ENTORNO DE APRENDIZAJE
The moon was rising over the world, and elephant’s head filled half the sky.
  It was ... simply big. Too big to describe.
  Wordlessly, all four voyagers climbed a small mound to get a clear view, and they stood in silence for some time. Dark eyes the size of oceans stared at them. Great crescents of ivory obscured the stars.

Terry Pratchett - The Last Hero

Hay un muy buen número de razones para estar entusiasmado ante la perspectiva de reseñar El último héroe.

En primer lugar, estamos hablando de la primera novela ilustrada del Mundodisco que se edita en castellano. Por otra parte, es un interesante punto de encuentro de varios personajes que pertenecerían a sagas distintas (Vetinari, los magos, la guardia y la Muerte, entre otros, se dan cita en esta fábula). Y, además, era la última historia con Rincewind como protagonista antes de la reciente aparición de Unseen Academicals.

El argumento, como suele ser habitual, gira alrededor de la más que probable desaparición del Mundodisco, esta vez, como consecuencia de la última aventura en la que se embarcan Cohen el Bárbaro (que a estas alturas ya ha adquirido un nuevo título nobiliario) y la Horda de Plata. Pretenden hacer volar a los dioses por los aires, y para impedirlo, el científico no-loco (pero tampoco excesivamente cuerdo) Leonardo Da Quirm se embarca en una misión junto con Rincewind, Zanahoria y un cuarto tripulante que se les cuela como polizón.


Profundicemos un poco más en la aventura de Cohen: ya en Tiempos Interesantes se aprecia su creciente interés por ser recordado, sobre todo teniendo en cuenta que sus coetáneos empiezan a dejar el barbarismo como consecuencia de la edad, la muerte o de la posibilidad de poner una tiendecita en un pueblo tranquilo y vender pan recién hecho y mermelada. Así pues, Cohen comienza a emprender aventuras cada vez más difíciles de acabar (y no digamos ya acabar con éxito), buscando apropiarse no sólo de enormes y suculentos tesoros, sino también de la memoria de la gente. Lucha ferozmente para que se le recuerde en el futuro. Y en El último héroe, Cohen el Bárbaro y su Horda de Plata se obsesionan con dar su último gran golpe, provocar un acontecimiento que les haga ser recordados para siempre, y para eso habrán de llegar al punto de retar a los propios dioses del Mundodisco, allá en Cori Celesti.

Para que su aventura sea contada al detalle, embarcan en su aventura suicida a un trovador cuya misión será ir guardando en una canción épica cada una de las aventuras por las que pasan. Un trovador que, si bien en un principio se muestra aterrado y escéptico a partes iguales con respecto a las probabilidades de éxito de la misión de nuestros muchachos, poco a poco se irá involucrando y terminará cantando su canción frente a la audiencia más inesperada.

Es muy interesante cómo la fuerza animal, descortés, zafia, y en esencia, bárbara, de nuestros protagonistas consigue seducir a personajes con una escala de valores en las antípodas. Estos viejos, que no le tienen miedo a nada, transmiten un comportamiento abrumador y devastador que, sorprendentemente, no sólo nos seducen a nosotros como lectores externos (y alucinados). También se llevan por delante toda una escala de valores socialmente impuesta en personalidades de naturaleza más pacífica, pero también más infeliz. Aunque no lo sepan aún. Y nos lo pasaremos muy bien al comprobar cómo alguien puede volverse loco cuando tiene las ideas muy claras y una buena espada en la mano. Dosflores fue el primer ejemplo. Y en Tiempos Interesantes también ocurre algo parecido.

Por su parte, otra vez toca acordarnos de esa supernova que es Mustrum Ridcully, que combinado con aquella lluvia de meteoritos llamada Havelock Vetinari provocan un Big Bang narrativo cada vez que entran en contacto, llevándose por delante a todo lo que alcance su onda expansiva. Y como suele ser habitual, el bueno de Ponder Stibbons debe manejar mejor que nadie los quiebros y las fintas para evitar entrar en depresión profunda por culpa de estos dos.

Por cierto, mención especial para las ilustraciones de Paul Kidby, y en especial para esos momentos en los que Leonardo Da Quirm, Rincewind, Zanahoria y el otro navegan por el espacio. No sabemos el aspecto que tiene el infinito en nuestro mundo, somos incapaces de retratarlo en nuestra mente, pero si existe un infinito en el Mundodisco, os aseguro que se parece mucho a los ojos de un elefante cósmico que nos mira con la indiferencia de un océano en calma.

Y para finalizar, apuntar que en esta novela aparece uno de los secundarios más delirantes y acertados de todo el universo del Mundodisco. Evil Harry Dread, la personificación del hombre malvado, manipulador y traidor que siempre está dispuesto a dejar una puerta abierta, dar información vital justo antes de intentar matarte, o contratar a los esbirros más obtusos con los que pudo contactar. Todo para mantener ese intangible que tan importante es en el Mundodisco. Casi tanto como el quelonio: el narrativum.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hala, toda tu serie de Rincewind enlazada desde la Biblioteca de Ankh-Morpork :)

luis dijo...

Genial :)

Lamasthu dijo...

Creo que aunque es de sus libros más breves es ya uno de mis preferidos (aunque aún me falta muchisimo por leer). Además con las ilustraciones de Paul Kidby es una delicia. Es cierto que sientes la inmensidad de Mundodisco cuando la representa desde el espacio.

saludos

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